Del 8 al 11 de septiembre hemos celebrado el XXXI Congreso de
Teología con la participación de setecientas personas de diferentes
continentes y múltiples identidades culturales, religiosas y étnicas
para reflexionar sobre el fenómeno de los fundamentalismos, sus
principales manifestaciones, causas y consecuencias en los distintos
escenarios geoculturales: Asia, África, América Latina y Europa.
1. Los fundamentalismos son la manifestación más elocuente de la
incapacidad de los seres humanos para vivir en armonía en medio de la
diversidad y convierten las discrepancias en barreras de incomunicación.
Alimentan la intolerancia, son enemigos de la diversidad y pueden
manifestarse bajo cualquier ideología.
2. El fenómeno fundamentalista, cada vez más extendido, se apropia de
todas las parcelas de la existencia humana: personal y social,
religiosa y cultural, política y económica. Esto puede comprobarse en el
avance de los partidos xenófobos e islamófobos, en el fanatismo de
líderes religiosos que queman libros sagrados y en los atentados
terroristas cometidos en nombre de Dios. Coincidiendo con el X
Aniversario del 11-S, queremos tener un recuerdo especial para los
atentados de ese día en los Estados Unidos, sin olvidar los del 11 de
marzo en Madrid, del 7 de julio en Londres, del 21 de julio en Oslo y
otros, así como las invasiones violentas de países y las agresiones
contra su población civil por parte de las potencias imperiales.
3. Hemos prestado atención especial a los fundamentalismos
religiosos, cuyas características más importantes son: la absolutización
de la tradición, la búsqueda de un fundamento inamovible en un mundo
cambiante; la pretendida comprensión literalista de los textos sagrados
fuera del marco cultural e histórico en que fueron escritos; el olvido
de la ineludible crítica; la pretensión de verdad absoluta en un mundo
caracterizado por la complejidad y la incertidumbre; la dependencia de
una autoridad indiscutible frente a la inseguridad creciente; la defensa
de una moral inmutable en una sociedad en permanente transformación; la
fe en un Dios conocido, que legitima las propias convicciones y
opciones; la sacralización de lo profano; la dogmatización de lo
opinable y la negativa al diálogo.
4. En la Iglesia católica el fundamentalismo suele canalizarse través
de los movimientos neoconservadores, empeñados en llevar a cabo la
restauración eclesiástica hasta el extremo, y de no pocas actuaciones
intolerantes de la jerarquía que minimizan, e incluso niegan, aspectos
fundamentales del concilio Vaticano II y condenan el trabajo de los
teólogos, las teólogas y los movimientos renovadores.
5. Algunas de estas actitudes hemos podido comprobarlas en la
reciente Jornada Mundial de la Juventud, que ha ofrecido una imagen
autoritaria y patriarcal de la Iglesia, ajena a los problemas reales de
los jóvenes, y ha fomentado la exaltación del pontífice, hasta caer en
la papolatría, una de las más nítidas expresiones del fundamentalismo. Y
todo ello con el apoyo y la legitimación de las diferentes
instituciones municipales, autonómicas, militares y empresariales.
6. Objeto de riguroso análisis crítico por parte de las teólogas
feministas de las diferentes tradiciones religiosas ha sido el
fundamentalismo patriarcal, que fomenta la desigualdad, mantiene los
roles de género y se traduce en el control absoluto del orden social por
los varones, que imponen la sumisión de las mujeres, recurren a la
violencia y llegan al extremo del feminicidio.
7. Los fundamentalismos se extienden por los diferentes sectores
sociales e instalados en las cúpulas de la mayoría de las religiones, de
la política, de la economía e incluso de los Estados, que toman sus
decisiones autoritariamente sin la consulta a la ciudadanía y sin
fomentar la democracia participativa. Nosotros mismos, por muy lejos que
creamos estar de actitudes fundamentalistas, no estamos libres de
incurrir en ellas. Po eso es necesario estar vigilantes y tener una
actitud siempre autocrítica.
8. Creemos que el mejor antídoto contra los fundamentalismos son: la
renuncia a la posesión absoluta de la verdad y su búsqueda colectiva, el
respeto al pluralismo, la convivencia frente a la coexistencia, el
derecho a la diferencia, la interculturalidad y el diálogo
interreligioso orientados al trabajo por la paz y la justicia, la
solidaridad con los excluidos, la defensa de la naturaleza y la igualdad
entre hombres y mujeres. Las religiones poseen en sus propias fuentes
ejemplos luminosos y resortes para superar los fundamentalismos, cuales
son: la dignidad de las personas, el tejido comunitario, la aceptación
de los otros, el perdón, la misericordia, la opción los pobres y
marginados y la hospitalidad.
Madrid, 11 de septiembre de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario