domingo, 11 de enero de 2015

El respeto a las víctimas

El ataque al semanario Charlie hebdo del pasado día 7 de enero ha asombrado al mundo entero. Sentimientos como miedo, incomprensión o rabia están presentes entre la sociedad occidental. Con ello, cantidad de periodistas, escritores, blogueros, personalidades conocidas o personas anónimas están mostrando su opinión.
En el siglo XXI, en el que vivimos, es bastante fácil, gracias a la libertad de expresión y a las redes sociales, hacer llegar tus ideas a propios y extraños. De la misma forma que la revista francesa podía publicar libremente sus dibujos o que cualquiera los puede criticar. Este derecho ha costado muchos años y vidas y es importante defenderlo, pero siempre desde las palabras y la paz.

De esta forma, estos días he podido leer y escuchar bastantes opiniones de muy diferente calado, unas serias y fundadas y otras algo más peregrinas. Pero la mayoría castigando el ataque a la revista satírica francesa.
Me voy a permitir comentar concretamente dos, que por diversas razones me han llamado la atención.   

Por una parte el conocido actor Willy Toledo, asiduo a las opiniones que aterrizan en lo políticamente no correcto. Como siempre, ha causado bastante revuelo. 
En su caso, sus palabras podían llegar a entender el porqué del ataque, relacionándolo con la presión y la violencia silenciosa gestionadas desde el Pentágono y otros grupos de poder, hacia pueblos, de alguna forma, sometidos.
Ha nadie sorprendemos cuando entendemos que ciertos países poderosos del mundo actúan con violencia sobre pueblos y estados enteros con fines simplemente económicos. Pero creo que no es el momento de reclamarlo. Podemos entender el fondo pero no las formas. 
En mi opinión hay que dejar que se entierre a los muertos, hacer fuerza común con el mundo que no acompaña a la violencia y en unos días continuar nuestra campaña de defensa de las libertades, siguiendo nuestro propio criterio. Que no es más que lo que hacemos todos los que queremos un mundo mejor, de la mejor forma que sabemos.

El otro caso lo encontré por Facebook. Un amigo compartió el enlace del blog de un escritor. Estaba en contra de la frase que se ha convertido en eslogan, Je suis Charlie. Defiende, de forma velada, que los asesinados lo son porque escriben y dibujan sobre ciertos temas  hirientes. Por más que diga expresamente que condena los asesinatos, sus palabras vienen a decir que ellos se lo han buscado. 

Gran error respetado escritor. La muerte de estas doce personas no se produce por su bajeza moral, tampoco por que dibujen mejor o peor para tu gusto, para el mío o para aquellos que compran la publicación. Su asesinato se produce por que hacen uso de su libertad de expresión, simplemente eso.
No estamos hablando de pancartas en la puerta o de unos cristales rotos, acto por otra parte igualmente reprobable. Hablamos de entrar armados y asesinar a todo aquel que se puso por delante, sólo por decir algo que estaba en contra de su concepto mental.

Ruego a este escritor use mejor el prisma con el que mira la realidad. Otro día podemos escribir, desde nuestra libertad de expresión, sobre que publicaciones nos gustan o no. Igualmente de la calidad del trazo pictórico. Aspectos en los cuales probablemente estemos de acuerdo. Pero en el mundo civilizado en el que vivimos debemos condenar categóricamente los atentados sin mostrar medias tintas.

Además, si me permite un último apunte, cualquier persona que escribe públicamente cualquier cosa o que practica libremente cualquier religión o no, corre verdadero riesgo frente a los fanáticos, ya sean religiosos, políticos o nacionalistas. Pues con su misma vida y palabras, está atacando la cerrada visión de la vida y la muerte, de Dios y del mundo que defienden los fundamentalistas. Y justo ahí compartimos muchas cosas con los fallecidos.

En los dos ejemplos que comento esta presente en el fondo la idea de la propia búsqueda de la muerte, occidente por lo que hace y la revista por lo que publica. Si esto es así, no hemos comprendido lo que significa la democracia. Defender y criticar con las ideas y la palabra, dejando atrás la violencia. 

La quijada que usó Caín sobre Abel nos sigue pesando demasiado.

Fanatismo

Hace algunas semanas nos dejó consternados el asesinato de un aficionado de un equipo español de fútbol. Parece ser que, dos bandos de dos equipos contrarios, quedaron para dilucidar cual de los dos era "mejor". Entiéndase por esto más valiente, más fuerte o simplemente más animal.
Si recurriéramos a los valores fundacionales de las entidades deportivas no irían más allá de lo propio, el deporte. El desarrollo del fútbol, la formación de jugadores, la diversión del público y, por que no, ganar. Actualmente, excepto algunos casos concretos, los equipos deportivos son Sociedades anónimas deportivas. Y en sí mismas tienen el objetivo de conseguir beneficios y victorias deportivas con las que seguir consiguiendo beneficios. Por ninguna parte encontramos la violencia ni el enfrentamiento extradeportivo como medios para su fin.

En la historia, poniendo el ejemplo de Alemania en el siglo XX, como podríamos referirnos a cualquier estado en cualquier momento de su existencia. Podemos ver que la función de cualquier estado es cuidar y formar a sus ciudadanos, buscando el progreso de la nación y si crecimiento. Es cierto que en este ejemplo si encontramos la defensa de la nación y el territorio frente al enemigo exterior, pero normalmente es un mal menor, una necesidad que no se abandera, si no que se usa ante la necesidad.
Como decía antes la Alemania de Hitler encontraba en cualquier lugar enemigos que eran susceptibles de ser eliminados. Principalmente el pueblo judío, pero también negros o gitanos, comunistas o pensadores de cualquier índole que no cuadrara con lo que marcaba su ideología. Debemos tener en cuenta que el partido nazi marcaba quien era alemán y quien no, haciendo gala de las características que te hacían ciudadano de primera, de segunda o simplemente te hacía esclavo.

Estos dos son casos de fanatismo, de llevar unas ideas, valores y sentimientos al máximo. Tanto es así que se olvida que aquel que está frente a mi es una persona, por eso soy capaz de matarlo. Simplemente por que no es parte del mundo que soy capaz de entender.
Estos dos ejemplos no son ni deportivos ni de defensa de mi país, pues no estoy defendiéndolos. Simplemente están dejando salir la sed de violencia y el odio hacia los demás, para lo que se encuentra esta excusa.

De igual forma, en mi opinión, ocurre con los atentados de los fanáticos religiosos. El fondo de su actuación no es religioso, pues la religión en si misma castiga la violencia.

Nuestra sociedad occidental está llena de prejuicios hacia la religión islámica. Algo lógico pues lo que la gran masa de gente sólo sabe de ella lo que dicen en televisión. Y sólo son noticias de guerra, atentados y violencia. Yo no soy experto, pero intento usar el sentido común. Si los millones de musulmanes que hay en el mundo fueran fundamentalistas y fanáticos todas esas amenazas de guerra y conquista serían una realidad. Y no es así.

La mayor parte de los musulmanes del mundo son gente de bien, que hacen su vida como mejor o peor pueden. De la misma forma que los cristianos, los judíos o los ateos y agnósticos. Sólo un reducido grupo de fanáticos son los que ensucian a un enorme número de creyentes pacíficos y amantes de la vida.

Los terroristas que han atacado estos días Francia y la redacción de Charlie hebdo, no son religiosos. Son realmente ateos, la duda vivida hacia el Dios en el que supongo creer me lleva a esa reacción extrema y sin sentido. Aquel que tiene fe en Dios no necesita defenderlo de esa manera.
Sólo persiguen llevar a cabo las ideas que algunos locos les han inculcado y que están muy lejos de los que deberían ser.

sábado, 10 de enero de 2015

Sobre la historia reciente

Supongo que cualquier persona, sobre todo en el mundo contemporáneo, tiene el sentimiento de estar viviendo un momento histórico. Tener acceso a libros y documentos que relatan acontecimientos pasados, nos ayuda a entender que somos parte de la historia.

Esto me pasa en los últimos años y creo que coincido con muchos historiadores.

Es inevitable pensar que, desde el atentado de las torres gemelas, el mundo está cambiando. Desde entonces se han sucedido atentados, en mayor medida en el próximo oriente y en contados pero sonados casos en el mundo occidental, principalmente Europa.

Madrid, Londres y ahora París son muestras de la violencia que está brotando desde el mundo musulmán y que se dirige hacia occidente. Y en occidente observamos como nuestras libertades se van "controlando" para no perder nuestra democracia y derechos.

Con estos elementos no podemos negar que el entorno histórico esta en continua mutación. Lo que importa en nuestro día a día está cambiando, las leyes que se escriben tienen un punto de partida y final distinto.

Ante los ataques a los medios de transporte el mundo occidental se ha adaptado con medidas de seguridad, en algunos casos asombrosas. A lo que podemos unir que no toda la población tiene la posibilidad, capacidad o necesidad de usar aviones o trenes. Pero, el ataque a los medios de comunicación y a la población civil de las grandes ciudades, da una vuelta de tuerca más a la sensación de miedo e inseguridad.

En este punto es importante el papel a interpretar por los gobiernos de las naciones occidentales. No dejarse llevar a soluciones incapaces y ofrecer seguridad a la población, pues el espacio occidental que conocemos hoy es el resultado de una serie de estados democráticos que garantizan la seguridad de los ciudadanos.

No debemos dejarnos llevar por el miedo a los fanáticos, lo que podíamos llamar en palabras de Todorov "el miedo a los bárbaros", y garantizar el mundo occidental tal cual conocemos, defendiendo la democracia y no tomando el camino del miedo y el autoritarismo.

En mi opinión es evidente que este tiempo entrará en los libros de historia, pero en los gobernantes y los ciudadanos está que pase como el fin de la democracia o como otra victoria de la humanidad frente a sí misma.