domingo, 11 de enero de 2015

Fanatismo

Hace algunas semanas nos dejó consternados el asesinato de un aficionado de un equipo español de fútbol. Parece ser que, dos bandos de dos equipos contrarios, quedaron para dilucidar cual de los dos era "mejor". Entiéndase por esto más valiente, más fuerte o simplemente más animal.
Si recurriéramos a los valores fundacionales de las entidades deportivas no irían más allá de lo propio, el deporte. El desarrollo del fútbol, la formación de jugadores, la diversión del público y, por que no, ganar. Actualmente, excepto algunos casos concretos, los equipos deportivos son Sociedades anónimas deportivas. Y en sí mismas tienen el objetivo de conseguir beneficios y victorias deportivas con las que seguir consiguiendo beneficios. Por ninguna parte encontramos la violencia ni el enfrentamiento extradeportivo como medios para su fin.

En la historia, poniendo el ejemplo de Alemania en el siglo XX, como podríamos referirnos a cualquier estado en cualquier momento de su existencia. Podemos ver que la función de cualquier estado es cuidar y formar a sus ciudadanos, buscando el progreso de la nación y si crecimiento. Es cierto que en este ejemplo si encontramos la defensa de la nación y el territorio frente al enemigo exterior, pero normalmente es un mal menor, una necesidad que no se abandera, si no que se usa ante la necesidad.
Como decía antes la Alemania de Hitler encontraba en cualquier lugar enemigos que eran susceptibles de ser eliminados. Principalmente el pueblo judío, pero también negros o gitanos, comunistas o pensadores de cualquier índole que no cuadrara con lo que marcaba su ideología. Debemos tener en cuenta que el partido nazi marcaba quien era alemán y quien no, haciendo gala de las características que te hacían ciudadano de primera, de segunda o simplemente te hacía esclavo.

Estos dos son casos de fanatismo, de llevar unas ideas, valores y sentimientos al máximo. Tanto es así que se olvida que aquel que está frente a mi es una persona, por eso soy capaz de matarlo. Simplemente por que no es parte del mundo que soy capaz de entender.
Estos dos ejemplos no son ni deportivos ni de defensa de mi país, pues no estoy defendiéndolos. Simplemente están dejando salir la sed de violencia y el odio hacia los demás, para lo que se encuentra esta excusa.

De igual forma, en mi opinión, ocurre con los atentados de los fanáticos religiosos. El fondo de su actuación no es religioso, pues la religión en si misma castiga la violencia.

Nuestra sociedad occidental está llena de prejuicios hacia la religión islámica. Algo lógico pues lo que la gran masa de gente sólo sabe de ella lo que dicen en televisión. Y sólo son noticias de guerra, atentados y violencia. Yo no soy experto, pero intento usar el sentido común. Si los millones de musulmanes que hay en el mundo fueran fundamentalistas y fanáticos todas esas amenazas de guerra y conquista serían una realidad. Y no es así.

La mayor parte de los musulmanes del mundo son gente de bien, que hacen su vida como mejor o peor pueden. De la misma forma que los cristianos, los judíos o los ateos y agnósticos. Sólo un reducido grupo de fanáticos son los que ensucian a un enorme número de creyentes pacíficos y amantes de la vida.

Los terroristas que han atacado estos días Francia y la redacción de Charlie hebdo, no son religiosos. Son realmente ateos, la duda vivida hacia el Dios en el que supongo creer me lleva a esa reacción extrema y sin sentido. Aquel que tiene fe en Dios no necesita defenderlo de esa manera.
Sólo persiguen llevar a cabo las ideas que algunos locos les han inculcado y que están muy lejos de los que deberían ser.

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