viernes, 16 de noviembre de 2012

¿Qué hacemos?

Actualmente, decir que España necesita un cambio no es nada nuevo. La diferencia puede estar en qué creemos que debe cambiar. El gobierno actual piensa que es el mundo laboral, para mejore el sistema económico. Otros que los sindicatos deben desaparecer por que no tienen sentido, defendiendo que no hacen más que cobrar, a costa de la ciudadania, sin trabajar. Gran parte de la población que hay que cambiar de gobierno, dividir España en estados federales, separarnos de España o cambiar la monarquía por un estado republicano. Todas son ideas más o menos superficiales.

El problema que tenemos, en mi opinión, está más en la base, en nuestra forma de ser. Somos un país realmente mediocre.

La mediocridad ha sido a diferentes niveles nuestra forma de actuar. Pero no sólo actualmente, ya desde antiguo nuestra medianía nos ha caracterizado.

Cuando la revolución industrial llega a Europa no supimos atrevernos a invertir con firmeza, tanto es así que nuestro ferrocarril tardó mucho en llegar y perdimos grandes oportunidades como la industria metalúrgica en la provincia de Málaga. Sin hablar del lumbreras que pensó en un ancho de vía sólo para nuestro país.

Pero en este análisis de la mediocridad no quiero olvidar el momento actual. Instante característico de nuestra falta de carácter.

Podemos empezar por el momento de bonanza económica. Este crecimiento, conseguido con el sudor de la frente de muchos españoles. Las arcas se llenaron de millones. En ese instante decisivo de nuestra historia nadie tuvo la capacidad de ir más allá. A nadie se le ocurrió invertir, diversificar la producción o hacer evolucionar la fortaleza económica de nuestro país. Sólo se nos ocurrió meter la mano en las arcas públicas, recalificar terrenos para seguir con nuestra industria constructora o realizar obras faraónicas de proyectos utópicos irrealizables. A la vista está. Nuestra geografía está llena de edificios fantasma promovidos con dinero público. Ningún político supo ir más allá. Sólo pana para hoy, mañana ya veremos.

Los gobiernos no decidieron hacer política constructiva, sólo criticar lo malo del anterior. No se propusieron o se defendieron ideas propias. Todo lo que se sabía decir es que los otros eran peores. "Soy el menos malo".

Podría hablar de la falta de autoridad de los últimos dos gobiernos. Súbditos de los mercados y de los préstamos realizados por Alemania. (No de los mercados, Alemania sólo defiende sus intereses, no los europeos). Quizá necesitaríamos alguien con criterio que supiera gestionar la crisis de otra forma, no siguiendo las indicaciones de entes que sólo promueven la riqueza de grande grupos. De pocas personas.

Estos gobiernos españoles que sólo saben mentir a la ciudadanía con los brotes verdes inexistentes. Y por no haber no hay ni siquiera imaginación para usar, al menos, otro término.

Pero claro tenemos estos gobernantes porque el pueblo español es mediocre. Piensen en el futuro soñado para muchos de sus conciudadanos, o incluso de usted, que está leyendo ahora mismo. Lo que quieren muchos españoles es una paga, "una paguilla" o si acaso dar el pelotazo y "Dejar de trabajar".

Esta idea está en nuestra sociedad, tanto que algunos que no lo piensan bromean con ello como algo asumido, "este es mi hijo, juega al fútbol, es el que me va a quitar de trabajar". Nadie apuesta por el esfuerzo, por la lucha día a día ( esfuerzo que tiene que hacer ese futbolista que te quitará de trabajar, aunque con ese padre no llegará muy lejos...).

Nadie piensa que esa paga que me darían va a ser pagada por alguien que sí tiene que trabajar. Para poder mantener los servicios sociales deben ser respetados. Respetados por aquellos que quieran trabajar. Personas que encuentren en el trabajo una forma de realizarse, de ser mejor persona. Ciudadanos que entiendan que su labor es importante y necesaria.

Constancia, trabajo, esfuerzo, innovación. Algunas de las palabras que nos tienen que acompañar si queremos que el futuro sea diferente.

Es probable que no sea el mejor momento de hablar de esfuerzo a la gente de la calle, cuando están buscando trabajo y no hay. Es seguro que, ahora y siempre, hay que pedirle cuentas a los gobiernos para que luchen por sus ciudadanos, les hayan votado o no, frente a los mercados, la Troika, Merkel o como quiera que sean los actuales malos de la película.

Mientras los ciudadanos buscaremos la forma de salir adelante.

Pero todo no es negro, nuestros deportistas siguen ganando premios. Ellos son ejemplo de trabajo diario y esfuerzo. Si es así, se lo merecen.

 

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