viernes, 7 de junio de 2013

Efecto Mariposa

Hay personas que le ponen nombre a todo. Y cuando digo todo es, incluso, a cosas que no son tangibles. Entre esto se encuentra el Efecto Mariposa, algo así como la reacción en cadena. Dicen estos intelectuales que el aleteo de una mariposa en cualquier rincón del mundo afecta de alguna forma en cualquier lugar remoto.

Dicho de otra forma, cualquier acción que lleves a cabo o dejes de hacer, afecta al resto del mundo inevitablemente.

Hoy he sido testigo de algo que podríamos llamar efecto mariposa.

Esperar en la cola del cajero suele convertirse en momento de meditación. Quizá porqué te das cuenta de los dependiente que eres de ese banco o caja que “guarda” amablemente tu dinero, porque ves lo rápido que se esfuma el dinero, o vaya a saber usted por qué. La cosa es que dentro de esa meditación observas a la gente que pasa a tu alrededor, ajena y a lo suyo.

Hoy eran tres mujeres, madre y dos ibas que charlaban alegremente, seguidas a cierta distancia del hijo de una de las jóvenes que, sobrecogido por la supremacía femenina, caminaba a su ritmo buscando con que entretenerse, ajeno a las palabras que su madre le dirigía.

El chiquillo pasó delante de mí, cayendo en la existencia de una lata de refresco colocada estratégicamente en el rincón de un portal. Se ve que el anterior dueño del refresco pensó que era la forma más limpia de dejar sus desperdicios sin tener que desplazarse hasta una papelera.

El pequeño, se acerca a la lata y la toca con el pie con el objetivo de ver que pasaba y mantener un rato de diversión. Tal fue su suerte que justo al tocar el metal su madre lo llama de forma sería y el chaval olvida la lata y se dirige a su madre.

El recipiente rueda por la acera, yo me dirijo al cajero y una señora pasa a mi lado. Esta mujer observa la lata y pregunta en voz alta: ¿quien habrá sido el cerdo que ha dejado esto aquí?

En ningún caso quise sentirme aludido pero la siguiente en la cola y yo nos miramos, hicimos gesto de duda y seguimos con nuestra vida, sin saber donde iría a parar la lata o esta última mujer, que se marchaba con su queja.

...

Ahora estarás buscando la moraleja de este post. Pues no tiene o, al menos, yo no seré el que te lo dé. Hoy sólo quise contarte algo de mi vida.

 

P.D. Si todos reclamáramos nuestros derechos tanto, como al culpable de ensuciar la calle, quizá nuestra política o nuestra vida en general, también estaría más limpia.

1 comentario:

franciscojesus.garcia dijo...

¡Ya está!, la señora ¿no pisó la lata? No saltó la última gota de la lata sobre la señora y la abdujo. Exijo mis derechos de una historia con final emocionante, diferente, exijo un guionista capaz de trasmitir sensaciones, no quiero historias que me dejen colgado, no quiero tener que pensar, tener que crear un final, quiero que me lo den todo mascado.