domingo, 8 de febrero de 2015

Compartir el camino

La vida es un tesoro. Y cuando digo tesoro lo hago con toda la intención, pues te esconde momento inolvidables que se van desvelando de forma imprevista y a la vez gozosa.

Pero, por supuesto, este tesoro no es material y es casi imposible de guardar más allá del corazón. Este premio, tesoro, regalo, son las personas que van pasando por tu vida. Todas y cada una dejan una marca, una señal en lo más hondo de uno mismo. En unas ocasiones son buenas y en otras malas, pero con el tiempo somos conscientes que todas son necesarias para explicar qué es lo que somos.

Unos fueron conocidos, otros amigos, algunos hermanos y otros, simplemente, casualidades. Hay personas que llegaron más hondo aunque el tiempo que compartiéramos fuera corto, y otras que no significan nada, aunque las veamos todos los días. Eso sí, con todas compartimos parte de nuestro camino, de nuestra existencia.

Cuando somos niños o jóvenes, las personas que aparecen a nuestro alrededor, quitando a los mayores, están todas en el mismo nivel. Todos somos estudiantes, con unos problemas similares (quitando excepciones), y con ganas de vivir.
Según nos hacemos mayores vamos configurando lo que somos y seremos. Nuestras posibilidades y capacidades nos harán maestros, administrativos de banca o trabajadores de oficina, repartidores o cualquier otro trabajo "normal" de nuestra sociedad. Pero entre "nuestra gente", nuestros amigos y conocidos, aparece alguien con una dedicación particular, relevante socialmente.

Puedes tener amigos dedicados a la música en grupos de importancia internacional, compañeros o vecinos dedicados a deportes como el baloncesto a nivel profesional, o antiguos alumnos que jueguen al fútbol en primera división.
Mientras tu vives una estupenda vida desde el feliz rinconcito en el que has elegido vivir, estas son situaciones que le ocurren a otros ciudadanos. Y por lo que sinceramente, si los conociera, me alegraría de todo corazón.

Todos estos que viven trabajos de gran visibilidad pública tienen algo en común: esfuerzo y trabajo.
Los que nos sentamos a verlos en la tele, en ocasiones, solo observamos el resultado o una pequeña parte del proceso y pensamos, "que fácil estar ahí", "qué feliz toda su vida". Pero sólo vemos una parte de su camino.

Es muy duro conseguir un sueño, perseguir una oportunidad.

Entre esas personas que pasaron por mi camino, y que han conseguido una oportunidad, hoy me alegro mucho por Dani Rovira. Coincidí con él durante unos años y lo recuerdo con mucho cariño. Viví como contaba cuentos en Granada y Málaga y compartí momentos como con otros jóvenes.

Igual que la vida nos hizo coincidir durante unos años, nos ha hecho no hacerlo durante otros. Él ha tenido la oportunidad de ser feliz en un trabajo muy arriesgado, y ese esfuerzo le ha valido un reconocimiento por parte de sus compañeros de profesión, un Goya a mejor actor revelación. Y me alegro mucho. Por que es buena persona y amigo de sus amigos. Por que no se olvida de donde es y lo lleva a gala.
Nosotros, los que tenemos la suerte de poder disfrutar de su trabajo, sólo vemos el resultado, lo bonito y debemos dar cuenta de lo duro de esta profesión. Todo esto es fácil que te cambie la vida.
Hace mucho que no nos encontramos pero sigo disfrutando cada día con lo que hace. Que difícil es conseguir una sonrisa del público. Complicado transmitir desde un micrófono, delante de una cámara.

Espero poder seguir disfrutando mucho tiempo de su trabajo. Y, desde mi rinconcito, poder pensar que compartimos un trocito del camino de nuestras vidas.

No hay comentarios: