lunes, 1 de diciembre de 2008

Libertad de expresión, de opinión,...

La democracia ha sido la lucha más importante de las gentes de los últimos siglos. La historia va evolucionando y en ese constante cambio es posible que descubramos o inventemos algún otro tipo de gobierno que consideremos mejor que este, es posible y es algo que realmente no me preocupa.
Dentro de la democracia exiten muchos derechos que insistimos en mantener, entre otras cosas poder movernos por nuestro país sin ser interrogado, detenido o torturado por ello. Poder casarnos o divorciarnos, poder creer en lo que queramos sin tener que morir en el intento o sin mofa pública. Todo esto podríamos reunirlo en la Libertad de Expresión.
Hoy día canales de televisión y de radio, páginas web o publicaciones escritas insisten en la libertad de expresión o libertad de prensa para poder decir o publicar casi cualquier cosa, y el público general tiene que soportarlo con entereza. No se que libertad de expresión es hablar continuamente sobre la vida de unas personas que no hacen nada a parte se eso, vender su vida.
A lo mejor sería interesante hablar de personas cultas que estudian, leen, dan clases, etc. más que nada por si se nos pega algo.
La libertad de expresión en definitiva esta en buena forma, podemos publicar nuestras opiniones en un blog como este, comprar el periódico más afín a nuestras opiniones o escuchar lo qeu nos plazca. En el momento de la historia con más posibilidades de información, alguien puede informarse sólo de fútbol si quiere, si sabe elegir los medios adecuados.
Pero hay algo de esa libertad de expresión que me preocupa, aquellas personas que reclaman su derecho de desinformación, es decir, aquellas personas que se niegan a recibir información sobre ciertos aspectos de la vida diaria, política, económica, etc.
Por así decirlo la consideración de la libertad de expresión de otros como atentado a mi propia libertad. Se está consiguiendo en los juzgados que se reduzca de algún modo nuestra libertad de expresión por ser un atentado contra la sensibilidad de otros.
Podemos encontrar infinidad de ejemplos, por dar algunos que han levantado mucha polémica podemos encontrar la retirada de cricifijos de un colegio de Valladolid. Realmente no me preocupa demasiado que en un colegio se cuelguen crucifijos o no, lo que me preocupa es que en esa pared quien decide es el Consejo escolar del centro, no un padre que decide recurrir a la justicia por que ese crucifijo atenta contra su hijo. Un padre puede más que un colegio, si ese consejo escolar hubiera retirado los crucifijos tres años antes se hubiera hecho con normalidad, pero porque hubiera sido una decisión consensuada, no una orden.
Otro ejemplo de actualidad es el caso de los muertos de la Guerra Civil, las personas de bien nos vemos en la obligación de recuperar a todas aquellas personas que han muerto, y más aún por culpa del estado o de una guerra sin sentido, no importa de que bando fueran, todos debemos poner de nuestra parte para aue los hijos recuperen a sus padres y madres, las esposas a sus maridos y los nietos a los abuelos.
No podemos ni debemos entrar en la discusión, muy común por muchos que se dan de democratas, de que además tal bando o tal otro eran el bueno o que unos mataron más o menos. Lo que nos interesa es devolver a cada persona a su familia, que son los realmente afectados, y no detenernos simplemente porque alguien cree que lo mejor es olvidar. Tú que estás leyendo esto ¿podrías olvidar a tu padre?
Estos son sólo dos ejemplos, podemos buscar y encontrar muchos más, pero estos casos ejemplifican como mi sensibilidad puede o quiere cortar la libertad de expresión de otros.
Debemos empezar una reflexión personal sobre donde empieza y donde termina mi libertad de expresión y la de mis conciudadanos.
Se dice que nunca se sabe lo que se tiene hasta que se pierde y estas intromisiones en nuestro derecho a hablar y expresarnos pueden terminar en un cambio de sistema de gobierno, en un cambio de la sociedad, hacia un mundo sin opiniones, pues ellas podrían afectar a algún interlocutor hipersensible.
Un mundo aséptico en el que nadie moleste a su vecino, pero claro, en el momento en el que yo no puedo expresarme quizá se esté atentando contra mi persona...

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