jueves, 21 de agosto de 2008

Juegos Olímpicos

Todavía estamos dentro de esos maravillosos días en los que se desarrollan los Juegos Olímpicos. Tengo que decir que soy un fan de éstos encuentrosa deportivos cada cuatro años, no sólo por que sea aficionado al deporte en general, si no por que además soy aficionado al espíritu olímpico.
Esa filosofía que se remonta a la antigüedad griega, donde todos los helenos enviaban a sus mejores deportistas para honrar a los dioses y a ellos mismos, demostrando un evidiable afán de superación, es algo que me fascina. Una época en la que el carro y el caballo eran el medio de locomoción más común, pero no el de todos, es digno de elogio.
A esto unir que se conseguían frenar los enfrentamientos, creando espacios de paz por que el honor del deporte estaba por encima de todo.

Coubertin intentó algo parecido, pero claro, en otro nivel. Quiso sacar de Grecia esa costumbre para aplicarla a todos los hombres de la Tierra. Mantenía ciertas tradiciones que le da cierto aspecto mítico, pero aumenta la repercusión de esos "encuentros deportivos".
Quizá alguna vez pudo soñar con un mundo en paz compitiendo deportivamente entre sí, demostrando la capacidad de superación de las personas, más alto, más fuerte y más rápido, pero juntos.

No se si alguna vez pudo soñar con unos juegos olímpicos en los que el mejor deportista de ese país corriera por el aire en dirección al pebetero con la antorcha olímpica en las manos, aparentemente suspendido en el aire, una imagen bellísima, en mi opinión.

Pero no se si alguna vez soñó con que los juegos olímpicos se realizaran en un país donde los derechos humanos sean un cartel en la pared o una nota en un papel, pero no una realidad. No es la primera vez que esto ocurre, podemos recordar a Hitler presidiendo los Juegos de Berlín, pero creo que tampoco será la última, pues ya, por encima de los valores deportivos, románticos y culturales, priman otros valores, quizá políticos, quizá económicos.
Es posible que para muchos, si lo piensan de esta forma, estos encuentros deportivos ya no sean lo mismo, es posible, pero yo no podré evitar seguir emocionándome con la llama olímpica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresentable, canio (es que no se cómo se escribe esa especie de j ronca que va entre la y la o).
Digo impresentable porque mucho espíritu olímpico y demás y ni una sola palabra para decir lo GRANDE que fue la final olímpica y como ganamos a esos mataos de los yankis. Y sí, como dice Trecet, ganamos. Porque si ves al Rudy machacar al howard y si... (podría hablar horas) queda claro que los que dimos espectáculo fuimos nosotros ¡lastima de cierta permisividad arbitral! Saludos astures.

@aggemar dijo...

Tienes razón Juaco, es que me pierdo con todo el tema del olimpismo pero lo importante fue la que le habríamos dao a los yankis si no fuera por esos que quieren llamarse arbitros.

Un saludo desde el calor del sur